viernes, 16 de abril de 2010

Visiones

La ropa tirada, al lado de la cama.


La persiana a medio abrir.


Los brazos en los brazos, las bocas en las bocas.


La fotito en la billetera.


La muerte arrinconada.


El tiempo sin tiempo.


Los cuerpos se consagran luz y soles, explotan de energía.


Lo dado es lo pedido.


La tierra se raja, el cielo se estremece, la guerra estalla.


Pero tenemos los ojos desnublados, porque amanecemos en el bosque fresco (más verde y amarillo, más jóven y maduro) bajo la misma manta, solos, juntos, libres, echados sobre la vida.


¡Y el primer beso renace en los que siguen!, porque atardecemos en el mar con el mismo viento, sin pena ni culpa, ni pasado ni futuro.


Te nombran, por eso, mis ganas que no se acaban (yo soy un poco mejor), que no se que hacer con ellas, ¡que me llevo tu perfume en la piel!


Nunca nadie podrá explicarnos que somos parte del aire, que ahí la seguimos, entre los aromas desprendidos.


Vale entonces la rutina y las miserias, porque en tu vientre todo culmina.

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